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en la prensa…

La revista cultural ‘Campo de los Patos’ sale a la calle y dedica sus dos primeros volúmenes -publicados juntos- a la cultura germánica.
Ramón Prada publica un ensayo sobre la música alemana titulado ‘Eine deutsche Musik’ [una música alemana].
La revista, de publicación anual y en asturiano, está dirigida por Antón García y pretende abrir al mundo el estado de la cultura asturiana.

 

 

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LA INSPIRACIÓN DEL SILENCIO / Alberto Piquero [El Comercio]
En el estudio del creador de ‘Keltikhé’, todo rezuma música, con partituras sobre las mesas, en el ordenador o en los anaqueles de libros, presididos por un pequeño busto de Bach.

A las cuatro de la tarde de un miércoles cualquiera, en este invierno de nieves y dudosos bienes, la urbanización de Soto de Llanera -a unos diez kilómetros de Oviedo y quince hasta Gijón- está gobernada por un silencio que sólo quiebra una motocicleta fugaz y algún ladrido de perros guardianes. Las nubes pasan lentas y bajas, amagando una incipiente llovizna. Setos tupidos esconden muchos de los adosados que se alinean allí. Hay automóviles deportivos aparcados y en las altas ramas de los álamos, gorgean pájaros alrededor de sus nidos. A lo lejos, la mansedumbre de tres o cuatro reses vacunas. Un mundo en calma. Ese es el lugar que ha elegido Ramón Prada (nacido en Cangas de Onís, en un calendario que acostumbra a omitir porque cada cual es muy dueño de guardar sus secretos) para convertir el silencio en música: «El silencio es el punto de partida, condición sin la cual es muy difícil urdir partituras. Del mismo modo que el pintor requiere del lienzo en blanco, el músico necesita el silencio. Al menos, para plasmar las ideas, porque las propias ideas pueden surgir en cualquier lugar y momento». El autor de ‘La noche celta’ (al abrigo de la novela de idéntico título de Juan Noriega) o de la celebrada ‘Keltikhé. Cantata para Celtas y Orquesta’, así como de bandas sonoras cinematográficas (‘Cenizas del cielo’) o colaborador en la discografía de Víctor Manuel (‘El perro del garaje’), incluso pone en duda la existencia del «silencio absoluto». Siempre hay perturbaciones. Por lo que ahora explora nuevos territorios, «en los que me interesa utilizar el ruido para transformarlo». Sutilezas del arte. En su estudio, todo rezuma música, sin exceptuar los amplios ventanales por los que penetra una luz cálida, donde ha rotulado nombres de los grandes compositores que le han servido de faro, desde la Edad Media hasta nuestros días, entre los cuales Bach ocupa tipografía preferente. «Habría que dedicar una vida completa a Bach, sólo para escucharlo», asegura sencillamente, en el tono cordial y suave que envuelve cada una de sus opiniones. Por uno de los anaqueles de sus bibliotecas, encontramos el ‘Graduale. De tempore et de sanctis’ o el ‘Misal Romano Cotidiano’, latines armónicos y manantiales duraderos que le devuelven al tiempo infantil en el que depositó por primera vez sus manos sobre el teclado del órgano de la iglesia de Cangas de Onís, al lado de su padre, Ramón Aniceto Prada, maestro, músico vocacional y director de coros. Allí empezó esta historia. Después, vino el Conservatorio de Oviedo, el aprendizaje metódico de «una disciplina que exige mucho esfuerzo». Si bien lamenta que en ocasiones ese arduo trabajo sólo provea «interpretaciones mecánicas, gimnasia de habilidades». De manera que entendiendo como indispensable la formación, aboga asimismo por la ruptura con el exceso de rigidez. Una vez finalizados sus estudios de piano, órgano, armonía, contrapunto, fuga y composición, en Oviedo, sería Madrid el siguiente destino. En particular, las enseñanzas recibidas de Antón García Abril, de quien dice que «sabía lo que hacía y lo que querías hacer. Tenía muchísimo oficio, respetaba tu estilo y tu obra, y no pretendía que te acomodaras a la suya». Hubo sintonía artística y personal. Al cabo, Ramón Prada fue componiendo piezas de formato inaugural, hasta que la lectura de ‘La noche celta’, de Juan Noriega, despertó o incrementó pautas mayores: «Inicialmente, la pensé como una obra sinfónica, pero tiendo a ser realista y rebajé ese impulso. Así que cuando dos o tres años más tarde, se produjo la oportunidad de que la OSPA la estrenara en el Festival de Lorient en versión sinfónica, era volver a la idea original. Las emociones al escucharla fueron muchas, las de separarte de todo y sentir lo que tenías en la cabeza sonando». El perfil musical de Ramón Prada quedaba certificado, vinculado a la fusión de la tradición culta y la popular o folclórica. Su juicio es claro: «Aunque en ‘La noche celta’ existe una buena parte de folclore inventado, siempre he tenido presente la romería, las gaitas, junto a los conocimientos académicos. Me gusta la música, ese es el resumen. Y pienso que muchos artistas clásicos se autolimitan la apertura de orejas». ‘Keltikhé’, estrenada el 29 de julio de 2005 en el Jardín Botánico de Gijón, fue con su ambicioso proyecto, «coros tradicionales, bailes, instrumentos de los sitios más variados y gran orquestación sinfónica», un éxito memorable. Al punto que su creador, hoy asume que con la Cantata para Celtas y Orquesta, «llegué a un tope, dentro de ese estilo. No me veo con ganas de hacer más en esa línea. Es una llegada a la que no le veo retorno». Son otras expectativas las que pican a la puerta, que en el caso de un compositor germinan en soledad. «¿Cómo asimila la soledad del creador?». «La asimilio bien, porque no hay otra forma de asimilarla. La concepción de las obras brota con fluidez. La idea emerge fácilmente en la cabeza. Lo que se hace más lento, solitario y tedioso, es transportarla al papel. Además, entre la idea y la partitura, se pierden cosas por el camino. El lenguaje musical no es lo suficientemente perfecto para explicarlo todo en una partitura, por lo que últimamente procuro agregar paréntesis al margen, al modo teatral, que permitan comprender a los músicos las intenciones de fondo». De momento, Ramón Prada continúa componiendo a la búsqueda de percepciones inéditas, obras de cámara o personales, como la de piano y viola entretejida con imágenes sincronizadas, que llamó ‘Proyecto Mums’, fusionando en este ejemplo la música clásica, la tradición etnográfica y la electrónica, combinando la experimentación sonora y la visual. O proponiendo música en directo, como la que acompañará a la compañía teatral ‘El callejón del gato’ en la próxima obra que estrenarán dentro de unos días en el Teatro Palacio Valdés, de Avilés. En un cajón, guarda el libreto de una ópera, escrito por Pedro de Silva, sobre el rey asturiano Mauregato, un monarca que quiso gobernar mediante el valor de la palabra y no de las armas. «Un tema muy actual», apunta Ramón Prada. Tal vez, un tema eterno. Cuando nos alejamos de Soto de Llanera, el silencio sigue siendo el rey. Ese silencio que no puede pintarse, ni reflejarse en palabras, sólo a través de la música.

[VER NOTICIA EN EL COMERCIO]

Ramón Prada recibió ayer el AMAS a la mejor Banda Sonora de Cine Asturiano, en una gala celebrada en el Teatro Filarmónica de Oviedo y en la que se premian los mejores trabajos del panorama musical asturiano. El premio, entregado por José Luis Cienfuegos, director del Festival Internacional de Cine de Gijón, fue concedido por su composición original para la película Cenizas del Cielo, de José Antonio Quirós.

Para celebrar el premio, una nueva escucha de la Banda Sonora de Cenizas del Cielo. Se trata de la canción que abre la pélicula, con música de Ramón Prada y letra de Xuan Bello (versioneada y traducida al inglés por Michael Lee Wolfe).

The Cares of the trees

Lee Wolfe: guitarras, voz
Daniel Casillas: contrabajo
Ramón Prada: batería

Muchas gracias a todos los que votaron…

En la prensa: La Nueva EspañaLa Voz de AsturiasEl Comercio

La Voz de Asturias. 22/10/2007
Javier G. Caso

Cangas de Onís se rindió a Nuberu

El concierto que se celebró la noche del sábado en la capital canguesa tuvo como invitado especial a Víctor Manue

Entre gritos de “otra, otra, otra” acabó pasadas las dos y media de la madrugada del sábado al domingo en Cangas de Onís el concierto tributo a Nuberu dentro de la IV Xareu d´Ochobre. Fue un recital de los que no se olvidan. Los artistas invitados, que ofrecieron varias versiones de las canciones de Chus Pedro y Manolo, y un público que iba de la mano de los músicos, pusieron el calor a una noche fría como pocos, lo que no impidió que los asistentes aguantaran hasta el final para cantar todos juntos Aida la Fuente, el tema que puso punto final al concierto.
Sobre el escenario instalado en la plaza del ayuntamiento de Cangas de Onís actuaron artistas como el grupo cangués Mala Reputación, los riosellanos Corquieu, Vaudí, Carlos Martagón, Merienda de Negros, cuyos músicos estuvieron acompañados por Tomás, de los Demás, Ramón Prada Trío, El Che de Cabaños, Tejedor, la banda de gaitas de Oviedo y, como no Nuberu.
Cada actuación contribuyó a caldear el ambiente. Y fueron varios los momentos en los que Chus Pedro se subió al escenario a cantar a dúo con alguno de los artistas invitados. Ese fue el caso por ejemplo del ya astur-brasileño Vaudí, quien se atrevió a cantar un tema de Nuberu a ritmo de Bossa Nova. Pero hubo más momentos como ese.
Uno de los momentos más emocionantes, y esperados, del concierto se vivió durante la actuación de Ramón Prada Trío, formación en la que el músico cangués toca el bajo, y en el que Prada está acompañado por Nacho Felipe a la guitarra y Fernando Arias a la batería. Los tres contaron con un colaborador de lujo. Nada más y nada menos que Víctor Manuel, quien tras muchos años de intensa relación con Chus Pedro y Manolo, no quiso perderse el homenaje a Nuberu en Cangas de Onís, quizás el sitio de Asturias en el que más veces actuó el dúo, tal y como se recordó a lo largo del recital. Antes de recibir a Víctor Manuel en el escenario, Ramón Prada Trío, un grupo que tocaba en casa y que dejó a la parroquia canguesa con la sensación de haber querido disfrutarlo más tiempo ya que sólo tocaron tres temas, ofreció una preciosa versión del Solo pienso en ti del cantante mierense, quien acabó su actuación a dúo con Chus Pedro.
Los hermanos Eva, Javier y José Manuel Tejedor fueron los últimos en actuar antes que Nuberu y en su repertorio tampoco faltaron versiones de algunos temas de los dos homenajeados. La actuación de Nuberu arrancó con una palabras previas de su vocalistas, en las que Chus Pedro dio las gracias a todos los organizadores del concierto, incluido dentro del IV Xareu D´Ochobre que organiza el empresario cangués Adolfo Nava y que tuvo como director artístico al riosellano Cristian Carrio.
Chus Pedro se confesó aquejado por una fuerte gripe, aunque como el mismo confesó sobre el escenario “hoy canto por cojones”. Y Nuberu arrancó su actuación entre palmas, gritos de apoyo y algún que otro mechero encendido. Chus Pedro y Manolo repasaron lo mejor de una discografía que arrancó allá por 1978 con aquel disco titulado Asturies, ayeri y güei, del que no faltaron temas como la mula torda o Aida la Fuente. Este fue un tema que les fue solicitado varias veces a lo largo de su actuación. “Vosotros sabréis, queremos dejala para el final, y si cantamos antes, acabamos antes”, comentó Chus Pedro mientras daba a elegir al público entre seguir el concierto o acabarlo antes de tiempo si a la mitad cantaba Aida la Fuente. Y el público pidió más.
Y no faltaron en Cangas de Onís muchos de los temas más conocidos de Nuberu como Dios te libre de Castiella, el So vaqueiru, con el que Chus Pedro y Manolo pusieron a bailar a la toda la plaza, así como otros como el más suave Agua de la fonte clara, la Cabraliega o en el pozu Maria Luisa, acompañado a coro por todo el público de Cangas de Onís, una localidad que en la madrugada de este domingo se rindió a Nuberu.

La Voz de Asturias. 21/10/2006
Boni Ortiz

¡Que viene el lobo!

Lobezno, como su propio nombre indica, es un pequeño lobo que vive con sus padres en el zoo. Su vida trascurre apaciblemente, rodeado de otros animales que en nos invita a conocer: la familia de osos, de jirafas, cebras, hipopótamos… A Lobezno, como a todo bicho viviente, lo de ser pequeño se le va curando con el tiempo y, de manera inevitable empieza a ensayar comportamientos de mayor. Para los aullidos, como carece de todo instinto asesino, nuestro héroe se imagina que le cae encima del pie una piedra de trescientos mil millones de toneladas y con esa carga, con esa motivación interior, con esa introspección emotiva, con esa búsqueda interna del terrible dolor imaginado, logra expresar -como haría un alumno aventajado del Actors Studio- un aullido: “¡Auiiiii”!, seguro que para él terrible, pero que deja bastante que desear en lo que a salvajismo se refiere.
Por las noches se entusiasma con la luna: la mira, le aúlla, le canta, la desea, y en sus sueños felices cree tocarla, comerla por que es de nata o merengue. Incluso en sus pesadillas aparece, siendo de coliflor. Quiere crecer, ser libre, ver mundo y convertirse en un verdadero Lobo Feroz. Una noche se lo hace saber a sus padres que, al fin y al cabo, forman parte de sí mismo y se las pira del “zoo-ilógico”.
A partir de ese momento se inicia un viaje magnífico que Kamante Teatro nos cuenta con su proverbial delicadeza. Un viaje lleno de aventuras y de historias que nos suenan, si no fuera por su revisión actualizada, fresca y gamberra que el público menudo y grande, comprende y agradece con sus risas. El extraordinario trabajo de Luisa Aguilar, no solo interpretando, también manipulando objetos; títeres de diversos tamaños -construidos con objetos cotidianos-; construyendo y “deconstruyendo” escenarios… Llevando en fin, todo el peso de una función repleta de recursos y de hallazgos singulares por su eficacia, su plasticidad y su sencillez. La voz amplificada de la actriz, nos permite no perder ni una coma del magnífico texto, que a lo largo de toda la función, está acompañado por una música estupenda de Ramón Prada divertida y sugerente.
Esta función, dirigida por Luis Vigil, dará que hablar. Sino al tiempo.

La Voz de Asturias. 30/05/2004
Marta Barbón

LA ULTIMA OBRA DEL MUSICO ASTURIANO PARA EL CERTAMEN INTERCELTICO

Ramón Prada finaliza la cantata ´Keltikhé´ para el Festival de Lorient.
El compositor asturiano estrenará la pieza el próximo 5 de agosto en la ciudad bretona.
La obra compuesta «para celtas y orquesta» está basada en melodías tradicionales asturianas.
El compositor asturiano Ramón Parada estrenará su última obra en el Festival Intercéltico de Lorient.

El estreno de Keltikhé , la Cantata para celtas y orquesta que el asturiano Ramón Prada ha compuesto por encargo del Festival Intercéltico de Lorient, será uno de los grandes atractivos de la 34 edición del FIL, dedicado este año a la Acadie, región constituida por las cuatro provincias de la Canadá Atlántica. Prada volverá al certamen que tanto ha aplaudido sus composiciones acompañado de Muyeres y del gaitero José Manuel Tejedor.

La delegación asturiana la completa este año las bandas de gaitas La Reina del Truébano, de Navia, y la de Candás, que acuden por primera vez al festival; el grupo de baile Esbardu (Avilés), Gatos del Fornu y Chus Pedro. El certamen comenzará este año el 30 de julio y se desarrollará hasta el 8 de agosto

Keltikhé ya está finalizada, según confirmó ayer Ramón Prada a LA VOZ DE ASTURIAS. Nació de Astura , la pieza que el compositor estrenó el año pasado dentro del año dedicado a Asturias. Gustó tanto a público y crítica, y, sobre todo, a los organizadores del certamen, que éstos le encargaron una obra más ambiciosa. Desde el pasado agosto, Prada ha estado trabajando en su Cantata para celtas y orquesta , de casi ochenta minutos de duración, que el próximo 5 de agosto estrenará en Lorient la Orquesta Sinfónica del FIL, bajo la dirección de Guy Berrier.

La Voz de Asturias. 30/05/2004
Marta Barbón

Ramón Prada finaliza la cantata ´Keltikhé´ para el Festival de Lorient

El estreno de Keltikhé , la Cantata para celtas y orquesta que el asturiano Ramón Prada ha compuesto por encargo del Festival Intercéltico de Lorient, será uno de los grandes atractivos de la 34 edición del FIL, dedicado este año a la Acadie, región constituida por las cuatro provincias de la Canadá Atlántica. Prada volverá al certamen que tanto ha aplaudido sus composiciones acompañado de Muyeres y del gaitero José Manuel Tejedor.

La delegación asturiana la completa este año las bandas de gaitas La Reina del Truébano, de Navia, y la de Candás, que acuden por primera vez al festival; el grupo de baile Esbardu (Avilés), Gatos del Fornu y Chus Pedro. El certamen comenzará este año el 30 de julio y se desarrollará hasta el 8 de agosto

Keltikhé ya está finalizada, según confirmó ayer Ramón Prada a LA VOZ DE ASTURIAS. Nació de Astura , la pieza que el compositor estrenó el año pasado dentro del año dedicado a Asturias. Gustó tanto a público y crítica, y, sobre todo, a los organizadores del certamen, que éstos le encargaron una obra más ambiciosa. Desde el pasado agosto, Prada ha estado trabajando en su Cantata para celtas y orquesta , de casi ochenta minutos de duración, que el próximo 5 de agosto estrenará en Lorient la Orquesta Sinfónica del FIL, bajo la dirección de Guy Berrier.

Keltikhé está dividida en seis movimientos. La obertura se llama Avalon y en ella Prada ofrece una pequeña muestra de lo que vendrá a continuación. Muyeres es cien por cien música tradicional asturiana. El colectivo del mismo nombre al completo (25 personas) participan en esta pieza para la que el compositor ha utilizado desde tonada hasta canciones tradicionales, pero con un componente clásico. Así, aparece la percusión tradicional con una reconstrucción sinfónica.

La tercera parte es un homenaje a Bretaña: Carnac . Dice Prada que es una pieza «más ancestral, una vuelta a los orígenes». A continuación desarrolla Lancelot , para la que el autor ha utilizado el único romance que existe en el cancionero asturiano sobre esa leyenda artúrica: Romance de Lanzarote y el ciervo de pie blanco .

La quinta parte se llama Lugnasad y es una recreación de la fiesta que celebraban los celtas en el solsticio de verano. «Es una auténtica exhibición de instrumentos, es una batalla» , cuenta el autor.

Tras la batalla llegará Astura , «la más asturiana», y también la culpable de que Prada repita estreno en el Festival de Lorient. El cree que ésta será la que más juego dé y donde la gaita asturiana aparecerá dominando el escenario, tras compartirlo en los movimientos anteriores con otros instrumentos tradicionales, como la gaita escocesa, irlandesa y bretona.

SATISFECHO.
Ramón Prada está muy contento con Keltikhé . «Es lo más espectacular que he hecho; es una locura instrumental, es muy difícil», explica. El compositor ha escrito más de trescientas páginas de música. Ha buscado, subrayó, «ambientes diferentes, aunque en cada movimiento siempre hay algo que sirve de conexión con el resto. Es como un puzzle». Un puzzle donde hay piezas de distintas culturas, aunque lo asturiano manda.

Dentro de un mes el director Guy Berrier viajará hasta Oviedo para trabajar con Prada en los detalles del concierto. A la sinfónica del FIL, Muyeres y Tejedor les acompañarán otros músicos, aunque todavía no se conocen sus nombres, aunque el compositor dijo ayer que serían primeras figuras del folk y la música tradicional de Escocia, Irlanda y Bretaña.

Sobre el escenario del Gran Teatro de Lorient sólo pasará la versión musical de Keltikhé . Sus dimensiones impedirán al público del festival disfrutar de todo lo que quiere mostrar Prada con esta obra. Su idea es ofrecer «un espectáculo más amplio». Ha preparado una escenografía muy cuidada que incluye una muestra de baile. El planteamiento del artista incluye además una estudiada iluminación en cada uno de los movimientos.

El País. 19/03/2004
Fernando Granda (Madrid)

CANTATA ASTUR PARA EL FESTIVAL BRETÓN

La dirección del Festival Intercéltico de Lorient (Francia), quizá el más prestigioso de los que se celebran en el entorno celta, le ha encargado componer la que será la obra principal del certamen del próximo verano al músico asturiano Ramón Prada, quién está preparando una composición titulada provisionalmente «Keltikhé: cantata para Celtas y orquesta».
Consta de seis piezas para ser interpretadas por una serie de instrumentos celtas, realtó el músico a la prensa asturiana. Según señaló el autor en el acto celebrado en la Casa de Cultura de Cangas de Onís, su patria chica -para presentar su disco «Veinte canciones de amor y un poema desesperado»-, el concierto del certámen bretón será interpretado por un centenar de músicos.

El País. 17/02/2004
Fernando Neira.

Canciones secretas de Ramón Prada

A lo largo de las últimas temporadas, el nombre de Ramón Prada se ha convertido en casi un talismán para la música nacida en Asturias. Aunque el nombre de este vecino de Soto de Llanera pueda resultar poco familiar entre los aficionados, sus composiciones se diseminan por discos de Hevia, Víctor Manuel o Joaquín Pixán, y su faceta de productor y arreglista ha dado lustre a grabaciones de gaiteros consagrados (Xuacu Amieva) o de la nueva generación, como Diego Pangua. En el último festival de Lorient estrenó una obra sinfónica celta, «Ástura», con tal éxito, que la dirección del encuentro francés le ha encargado otra composición para el próximo agosto. Así las cosas, lo más raro en Ramón Prada es que publique un disco con su propio nombre. Por fin, siete años después de «Noche Celta», este polivalente autor se ha animado a poner en la calle «Veinte canciones de amor y un poema desesperado», una colección de improvisaciones caseras «surgidas prácticamente de la nada». La obra es tan sorprendente en estos tiempos acelerados que su autor ruega en el prólogo: «Escúchese sin prejuicios, a media luz y dejándose llevar».

La Nueva España. 12/02/2004
Cosme Marina

Prada, las raíces románticas

Independientemente de las obras de mayor calado y vistosidad mediática, los grandes compositores, aquellos que tienen verdadera ambición creativa, buscan en composiciones de corte más intimista una ventana expresiva que sirva para canalizar, de otra manera y con formas diversas, determinados estados anímicos que tienen un carácter personal y, por derivación, genérico. Éste es el caso del último trabajo del compositor asturiano Ramón Prada -«Veinte canciones de amor y un poema desesperado»-, que ayer se presentó en Oviedo, en la Sociedad General de Autores de España (SGAE). Un disco editado por FonoAstur y que Lisardo Lombardía calificó como un trabajo «personal, un lujo porque se trata de una obra excepcional y de grandes cualidades musicales».
En síntesis, estas veinte canciones tienen una génesis y una concepción peculiares. Prada las escribe entre diciembre de 1996 y marzo de 1997 y están compuestas en un total de trece días de trabajo. Sus títulos se articulan en torno a un poema que el compositor escribe mientras asistía a los cursos de composición de Veruela -que hoy ya no existen- y que, posteriormente, sirven de título a cada una de las canciones. Su destinataria era, en ese momento, una sola persona: su hoy esposa, Estefanía Lana. Graba posteriormente Prada el disco en su casa y, a partir de ahí, hasta ahora nadie más conoce estas obras.
Es su propia esposa la que empuja a Prada para que saque a la luz pública esta música de intensidad luminosa que el propio autor grabó e interpretó en el estudio de su casa -«en un momento que estaba en dedos para interpretar esto», sentenció Prada-. Quiso el autor que, de todas formas, no fuese un disco convencional. De hecho, se ha realizado una primera edición de 500 copias, con una original presentación en forma de cruz y un cuidado diseño realizado por él y su hermano Juan Prada.
«Son ya bastantes años sin hacer un disco propio y estas obras están realizadas justo al término de haber grabado «La noche celta». Es un disco muy personal y tiene muy poco que ver con otras cosas mías, es bastante diferente», subrayó ayer Ramón Prada.
Las canciones, de carácter íntimo, son una sucesión de improvisaciones al piano que tienen fuerte impronta, en su sustrato, de la gran literatura pianística romántica, sobre todo en lo que a su aliento lírico se refiere. En ellas Prada reinventa su mundo creativo y va más allá. Es decir, no abandona su peculiar universo creativo, sino que le da una vuelta de tuerca. En la estructura formal de las sucesivas canciones se trata de un ciclo creativo que ahonda las raíces románticas que Prada ya ha cultivado en otras obras suyas. De ahí que, aunque se trate de una serie de creaciones de gran originalidad, en el contexto de su catálogo, no por ello dejan de ser obras que beben en el lenguaje de Prada de forma absoluta porque conceptualmente no se apartan de su vena melancólica que tan fértiles resultados le ha proporcionado en obras suyas en las que la gran orquesta sinfónica es protagonista. Ahora, Prada explora las raíces románticas a través de una seriación de mirada tradicional y base enérgica estructurada con su magisterio técnico habitual que le permite jugar con las citas -bachianas más evidentes, pero también de otros autores románticos- cultivando un catálogo de sentimientos, de emociones desnudas, lúcidas y hermosas.

La Voz de Asturias. 06/02/2004
Marta Barbón

Prada íntimo

Después de más de siete años sin editar disco propio, Ramón Prada presenta Veinte canciones de amor y un poema desesperado (Fono Astur), una vuelta de tuerca en su trayectoria plural y centrada en la fusión. Este nuevo trabajo, que estará en las tiendas la próxima semana, va más allá de lo meramente musical. Según el compositor asturiano, el álbum permitirá al público «meterse en mi cabeza y ver cómo compongo, cómo trabajo en casa».

El nuevo disco de Prada guarda veinte improvisaciones al piano. El compositor reconoce que no es un trabajo «fácil». Lo advierte para que nadie se llame a engaño. «No es de los que se escuchan a la primera –indica–, hay que darle más de una vuelta». Improvisaciones nacidas como un regalo y cargadas de sentimiento. Prada no sabría dónde encajar estas canciones de amor: nuevas músicas, minimalista, world music … Lo más interesante para el autor es que reflejan «mejor que nunca» su pensamiento musical.

Después del subidón que vivió con La noche celta , Prada realizó estas Veinte canciones de amor y un poema desesperado (una clara alusión al poemario de Neruda y que hace años utilizó también Aute para un álbum). Entonces no lo quiso sacar al mercado porque «el público esperaba de mí otro tipo de música y ésta es anticomercial. No era el momento porque lo hubiera tapado La noche celta «.

Esas canciones íntimas salen ahora a la luz en una edición limitada de quinientas copias para «todos aquellos que les pueda interesar algo diferente». Prada abre su universo musical para todos y presenta unas piezas delicada que demuestran que la música y el sentimiento conforman la base sólida con la que compone sus creaciones. Dice Prada que este trabajo tiene que escucharse «sin prejuicios, a media luz» y dejándose llevar «sin condiciones, por la música que surge espontáneamente de la nada».

El compositor no ha querido recrearse en melodías típicas, sino de carácter infinito, llenas de evocativas imágenes abstractas, «nacen y van creciendo por lo que es más agradable de escuchar», señala Prada.

NO SOLO MUSICA
Es muy raro ver o escuchar a Ramón Prada interpretar su propia música. Con Veinte canciones de amor y un poema desesperado tampoco habrá ocasión. Pero el músico ha querido obsequiar al público con un trabajo más cuidado, desde el fondo a la forma, un pulcro paquete en el que se envuelven sus improvisaciones. Para ello ha trabajado codo con codo con su hermano Juan, quien ha realizado un diseño elegante para un trabajo que además de música, incluye un poema del compositor y varias fotos suyas.

En este álbum, el autor de La noche celta ha querido mantener el carácter «casero» que tenía la grabación original hace siete años. «Son improvisaciones -dice Prada- grabadas en mi pequeño estudio personal en un intento de evitar que se perdieran para siempre». Explica que no hay retoques en el sonido, ni grandes medios técnicos. «Aquí prima la espontaneidad y tal vez sea ese sabor casero -argumenta- con sus pequeños defectos, lo que dé sentido a esta grabación».

DE NUEVO A LORIENT
Ramón Prada está muy entusiasmado con este proyecto, pero no pierde de vista otros que presentará este año. Uno de ellos es la sinfonía que está componiendo por encargo del Festival Intercéltico de Lorient, y que se estrenará en agosto en la ciudad bretona. La obra, que aún no tiene título, fue encargada por el certamen tras el éxito de la pieza Astura en 2003. De hecho, Astura será uno de los seis movimientos de esta obra. Prada tiene previsto juntar en el escenario al grupo Muyeres, a Mari Luz Cristóbal y a cuatro gaiteros de Asturias, Bretaña, Irlanda y Escocia.

Por supuesto, sigue realizando composiciones y arreglos para otros artistas, como la que le hizo a Víctor Manuel para su último disco. Se trata de Neptuno , canción en la que el de Mieres habla del Prestige.

La Nueva España. 21/10/2003
Joaquín Valdeón

LA NOCHE ES TUYA
OSPA. Director, Maximiano Valdés. Obras de Prada, Stravinski y Rimski-Korsakov.
16 y 17 de octubre, teatro Jovellanos de Gijón y Auditorio de Oviedo.

Cuesta creer que una orquesta como la OSPA capaz de hacer el “Scheherazade” que hemos escuchado tenga que luchar, casi desde su creación, una y otra vez contra los elementos. Su calidad es de primera –lo que no significa que no quede camino por recorrer-, pero, sin embargo, su presupuesto no. Los asturianos pagamos así, también en esto, la suerte que nos corresponde al vivir en una de las comunidades más atrasadas del país. Pero también hay otros factores que ahondan en la problemática del colectivo, algunos generados desde la propia cúpula de la orquesta, que habrían de tener en cuenta. Debería abrirse definitivamente –y cerrar otro, claro está-, un nuevo ciclo para la OSPA que sentara de una vez por todas las bases para el óptimo desarrollo de su actividad. Los políticos que ahora gobiernan tiene una enorme responsabilidad y, al mismo tiempo, la propia orquesta debería saber cómo y de qué manera quiere ser gestionada. Lo peor que puede pasar es el desanimo y que, como comentaba uno de los músicos, se produzca a medio plazo una desbandada de los mejores profesionales. Sería un daño irreparable.

Como decimos el “Scheherazade” escuchado fue de primera, impecable en su ejecución hasta en el más mínimo detalle interpretativo. Cada intervención solística, desde la aplaudidísima de Vasiliev a otras más puntuales, como la de Marten a la trompeta, y las de cada una de las secciones en su conjunto –extraordinaria la madera-, brillaron con luz propia. La férrea batuta de Valdés contribuye sobresalientemente en la precisión de una orquesta que en su mano, quizás no con “duende”, pero sí con plena eficacia, demuestra en cada concierto que es un colectivo musicalmente compacto, sensible y artísticamente maduro. Así quedó patente en el “Apolo y las musas” de Stravinski. Una vez más el cuarteto principal de la cuerda demostró, también, su compenetración y saber hacer.

La obra de Ramón Prada “Requiem for Persia”, que yo mismo tuve el placer de estrenar este mismo año con la orquesta de los cursos de música que organiza la asturiana Fundación Magistralia en Gijón, fue la encargada de abrir el programa de esta temporada que comienza. Prada es un joven compositor asturiano que, desde mi punto de vista, aúna dos importantísimas cualidades para la composición. Lo primero es que maneja con maestría la técnica con la que trabaja y lo segundo, y tal vez lo fundamental, que tiene algo que decir. Sin pretensiones estilísticas de una modernidad que resulta en la composición actual tan ecléctica como ineficaz para el oyente medio, la obra de Prada impacta en su intención. No olvidemos que el título no es gratuito, y que mientras la componía caían las bombas sobre Irak. La composición casi parece querer acompañar musicalmente al flamante premio “Príncipe de Asturias” de Comunicación y Humanidades Ryszard Kapuscinsky cuando proclama que el auténtico periodismo es el “intencional”, el que aspira a producir algún cambio en el mundo. La obra de Prada llega, también en la cita literal del segundo movimiento “Kaos”, con el percusivo bombardeo y los mismísimos helicópteros penetrando en la sala de conciertos. Aquí fue donde hubiera sido deseable una mayor desinhibición de los músicos al enfrentarse a algo que está escrito en la partitura, los gritos. Una desinhibición en general que ayudaría a encontrar también con más naturalidad el sentido íntimo de la obra.

Ya al margen de la música tenemos que decir que el nuevo retraso en el comienzo de los conciertos de la OSPA, ahora a las 20,30 h, nos parece un error que lejos de contentar a todos puede más bien disuadir a los aficionados a la hora de asistir a unos conciertos que terminan demasiado tarde. Esto no es “La noche es tuya”.

El Comercio. 16-10-2003
Ramón G. Avello

Visiones del Próximo Oriente

Un variopinto color exótico para el concierto inaugural de la temporada de la OSPA. De las tres obras del programa, dos estaban inspiradas en el Oriente Medio. El «Requiem for Persia», del compositor asturiano Ramón Prada, un poema sinfónico sobre el tema de la trágica guerra iraquí, y «Scherezade», de Rimski Korsakov, adaptación libre de algunos episodios de «Las mil y una noches». Entre ellas, la música para cuerdas del ballet «Apolo y las musas», de Stravinski.
La obra de Prada, estrenada este verano en Gijón en el concierto de la Fundación Magistralia, es, en su concepción, un alegato contra la guerra de Iraq. El compositor expresa su visión, su compromiso y su dolor por estos luctuosos hechos. Musicalmente se estructura en tres tiempos. El primero, una página de color local, tímbricamente muy brillante, y en la que se suceden breves temas que sugieren la vida cotidiana antes de la guerra. El segundo, en mi opinión influenciado por el «Treno por las Víctimas de Hiroshima», de Pedereski, y en la que intervienen sonidos grabados en contraste con las texturas arracimadas orquestales, es la descripción de los horrores de la guerra.
El tercer movimiento, el Réquiem propiamente dicho, es un adagio fúnebre encomendado a la cuerda y a las campanas. La versión dirigida por Valdés, impecable en los ritmos, las densidades orquestales y la expresividad de la cuerda. Es una lástima que en el Adagio, lo más personal de la obra, la chicharra de los altavoces haya ensuciado la versión. Deberían haber parado y repetir el Adagio. (…)

La Voz de Asturias. 19/10/2003
Aurelio M. Seco – Lugar: Auditorio de Oviedo

CONSISTENCIA INTERPRETATIVA

Debido a la delicada situación económica por la que atraviesa la orquesta, lo que más se echa de menos durante el año, porque ha sido una de las mayores reivindicaciones desde el principio, es la oportunidad de ver a la orquesta tocar fuera del Principado. Por lo que parece, salidas se harán, pero este año serán eminentemente nacionales, dejando el viaje alemán para el 2005. En la práctica, esta situación se plasma en una menos ambiciosa programación musical, por lo menos en el aspecto cuantitativo, pero que se ha visto compensada con un política de programación menos conservadora que la anterior temporada, así como más centrada en la recuperación de ciertas obras del patrimonio musical español, ciertamente interesantes, y más, sabiendo que son fruto de otro de los lujos artísticos e intelectuales del Principado: los estudios de Musicología de la Universidad, que con un grupo de investigadores de primera categoría, permiten abordar proyectos de envergadura e interés como el de la grabación para el sello Naxus de las cinco sinfonías de Marqués, editadas por el musicólogo Ramón Sobrino.

Pero si en el aspecto económico hay problemas, en lo interpretativo se goza de una excelente salud. Las obras que se ofrecieron tenían el nexo de unión de ser más o menos descriptivas o programáticas; desde el poema sinfónico –así lo calificó el propio compositor Ramón Prada– Réquiem por Persia , hasta la música del ballet Apolo y las Musas, y la suite Sherezade de Rimsky-Korsakov.

La obra de Prada, fue objeto de una cuidada y escrupulosa interpretación orquestal, compleja en algunos momentos debido a su dificultad métrica, que Maximiano Valdés afrontó con total seguridad, de la que hizo gala durante todo el concierto. No obstante, la obra, riquísima expresivamente, ganaría con una sirena más apropiada y con una interpretación menos llena de prejuicios en el pasaje en el que los músicos gritan al tiempo que tocan. La musicalidad de la interpretación, en la búsqueda por desarrollar las ideas melódicas de gran belleza, fue una de las virtudes de la interpretación de la obra de Stravinsky, con el protagonismo absoluto de las cuerdas. Pero la obra que dio la verdadera altura de la orquesta fue Sherezade , una obra riquísima en el aspecto instrumental, y en la que se puso a prueba la categoría de varios de los principales instrumentistas de la orquesta, que respondieron magníficamente. Como siempre, A. Vasiliev dio muestras de una maravillosa musicalidad en sus partes solistas, como en el conocido acorde arpegiado de séptima de la obra, lleno de matices y cambios de altura y tonalidad, bellamente interpretados. Otro aspecto positivo es la masiva afluencia de público, y más ahora, cuando la orquesta necesita el apoyo incondicional de todos.

La Nueva España – 7 de septiembre de 2003
Cosme Marina

DEFENSA ASTURIANA DE LA OSPA.
(…) En el apartado artístico, la velada del viernes fue, sin duda, la mejor de los últimos años. José Luis Temes, que no es asturiano, pero como si lo fuera, volvió a ejemplificar su excepcional trabajo al abordar el repertorio contemporáneo. (…) Como cierre, una nueva obra de Ramón Prada, «Ástura», que es un nuevo acierto. El trabajo de todos fue impecable -orquesta, director, Mari Luz Cristóbal Caunedo, José Manuel Tejedor, el colectivo Muyeres-. Estrenada en el Festival de Lorient, la mixtura de la música tradicional y la sinfónica vuelve a ser asombrosa en un desarrollo de una belleza melancólica que lleva dentro una asturianía verdadera y auténtica. De siempre y de futuro.

La Voz de Asturias. 29/08/2003
Marta Barbón

BALANCE DEL AÑO DE ASTURIAS EN EL FESTIVAL INTERCELTICO
Lorient encarga a Prada una obra sinfónica basada en ´Astura´

La OSPA tocará la pieza en el Auditorio en el concierto del Día de Asturias

El estreno de Astura fue uno de las citas que más éxito cosechó en la pasada edición del Festival Intercéltico de Lorient (FIL). Su autor, Ramón Prada, ha recibido el encargo de los responsables del certamen bretón de desarrollar una suite sinfónica completa a partir de esta pieza para estrenarla el año próximo en el FIL. El compositor asturiano está muy contento porque la petición supone «un reconocimiento muy importante para la música asturiana».

El estreno de Astura en Lorient fue apoteósico. El público pidió que se repitiera la composición de Prada, que formaba parte de un proyecto musical en el que participaron también autores de Escocia, Irlanda y Bretaña. La parte del Corri corri de Cabrales , interpretado por el Colectivo Muyeres, volvió a sonar en el teatro, donde el público acabó tarareando las frases de esa canción. Después, el asturiano tuvo que salir al escenario a petición de la audiencia.

Astura se estrenará en Oviedo el próximo día 5, en el concierto institucional que ofrecerá la Orquesta Sinfónica del Principado en el Auditorio Príncipe Felipe con motivo del Día de Asturias.

A los responsables del Festival de Lorient les gustó mucho la obra del músico asturiano. Dice Prada que Astura «era muy diferente» a las demás piezas. Que los otros autores no dieron con lo que pretendía el festival, la unión del estilo sinfónico con la cultura tradicional, lo evidencia el encargo del FIL.

La suite sinfónica podría tener una duración de una hora y cuarto. Aunque asume la responsabilidad adquirida con este nuevo encargo, Ramón Prada está muy tranquilo porque «ya tengo el núcleo de la obra y sé que ese camino funcionó y que es lo que quieren los responsables del festival», explicó a LA VOZ.

Para el polifacético músico asturiano, este encargo supone un premio más al ya recibido durante el certamen bretón. «El reconocimiento del público, de los músicos y del director de la orquesta, se agradece mucho –explica– porque si gustó, significa que lo hiciste bien. Y nos consta que allí llegó muy adentro». El músico también está satisfecho con las críticas que recibió su obra por la prensa especializada que acudió al certamen.

Gustó, y mucho, la mezcla de melodía sinfónica con la tonada, en la voz de Mari Luz Cristóbal, siendo la primera vez que la canción asturiana se introducía en una pieza de estas características. Tampoco pasó desapercibida la labor de José Manuel Tejedor a la gaita, quien recibió aplausos en Lorient por partida doble: junto a su grupo y en la presentación del Concierto de Asturias.

Le Télégramme – 07-08-2003
Redacción

JIGSAW: SUCCÈS MUSICAL ENTRE AMIS

Le choeur de femmes asturien «Ramu» a fait un triomphe mardi soir au Grand Théâtre. La dernière composition de Jigsaw «Astura», cette mosaïque celtique a ètè bissèe. A la plus grande fierté de la délégation asturienne présente en force dans la salle.
(…) La dernière pièce de cette création rassemblant les oeuvres de queatre compositeurs différents, a remporté un vif succès, mêlant le choeur de femmes asturien aux 54 musiciens de l’orchestre du Festival, dans un morceau composé par leur compatriote Ramon Prada.

Emotif et surprenant. «L’objetif que l’on cherchait a été atteint», confiait Lisardo Lombardia, à l’issue de la représentation. «C’était un spectacle divers. Mettre en place un concert comme ça était très difficile. C’etait un concert émotif et très surprenant.»
L’alchimie souhaitée par les différents compositeurs (l’Irlandais Michael O’Suillebhain, le Gallois Pwyll Ap Sion, l’Ecossais Eddie Mac Guire, l’Asturien Ramon Prada et le Breton François-Henry Labbey) a fonctionné. Le savant mélange entre instruments classiques et instruments traditionnels a abouti à un concert au souffle épique, parfois grandiloquent.

Harmonie. «Les instruments traditionnels comme la gaita ou la cornemuse ont un sont simple, mais très riche au niveau harmonique», a commentait à l’issue du concert Denis Lapôtre, clarinettiste. La création avec les voix asturiennes était une merveille. L’acoustique était géniale, l’ambiance entre les membres de l’orchestre sympa.» (…)

Ouest-France, 7-8-2003

JIGSAW, BRILLANT PUZZLE DES NATIONS CELTES

Le Grand Théâtre abritait, mardi soir, la création Jigsaw (puzzle en français) commandée par le Festival Interceltique à quatre compositeurs des nations celtes amies. A charge au Lotientais François-Henry Labbey d’imaginer les transitions musicales par des airs de sa création. Dans l’ordre ont été jouées les oeuvres des Irlandais Micheal O’Suilleabhain, di Gallois Pwyll Al Sion, de l’Écossais Eddie McGuire et de l’Asturien Ramón Prada. Servies avec finesse par les 70 musiciens de l’orchestre du festival, chacune des premières oeuvres avait son intéret propre: gravité aérienne et douceur maritime des cordes, grondements telluriques des percussions, accents guerriers des cuivres; se dessinaient ici et lá les contours des contrées celtes de toujours, biniou koz et grande cornemuse à l’appui. C’est fatal fatal, l’exercice n’etait pas exempt de quelques clichés, mais il y eu aussi des moments surprenants. (…)
Mais c’est net, même síl était demandé aux 900 auditeurs de ne pas appaludir avant la fin, c’est bien la composition asturienne qui a emporté la coeur et les oreilles. Au jeu de l’evocation musicale du «pays», demandée par les organisateurs du festival, Ramón Prada y est allé «franco de port». Son oeuvre, qui cloturait le concert, était en prise directe avec l’âme asturienne. A l’orchestre, le compositeur a associé le chant: Mari Luz Cristóbal Caunedo, magnifique matrone à la voix de tête et aux imprécations roulantes, a cédé la place a huit «muyeres».
Soutenu par une gaïta et l’orchestre, ce groupe de femmes, vêtues d’habits traditionnels chamarrés, a entonné un air obsédant et joyeux qui a littéralement enflammé le public. Le morceau a été bissé. Hier, devant le succès de l’oeuvre, Jean-Pierre Pichard évoquait la posibilité de commander une suite à Prada l’an prochain.