La Nueva España. 21/10/2003
Joaquín Valdeón
LA NOCHE ES TUYA
OSPA. Director, Maximiano Valdés. Obras de Prada, Stravinski y Rimski-Korsakov.
16 y 17 de octubre, teatro Jovellanos de Gijón y Auditorio de Oviedo.
Cuesta creer que una orquesta como la OSPA capaz de hacer el “Scheherazade” que hemos escuchado tenga que luchar, casi desde su creación, una y otra vez contra los elementos. Su calidad es de primera –lo que no significa que no quede camino por recorrer-, pero, sin embargo, su presupuesto no. Los asturianos pagamos así, también en esto, la suerte que nos corresponde al vivir en una de las comunidades más atrasadas del país. Pero también hay otros factores que ahondan en la problemática del colectivo, algunos generados desde la propia cúpula de la orquesta, que habrían de tener en cuenta. Debería abrirse definitivamente –y cerrar otro, claro está-, un nuevo ciclo para la OSPA que sentara de una vez por todas las bases para el óptimo desarrollo de su actividad. Los políticos que ahora gobiernan tiene una enorme responsabilidad y, al mismo tiempo, la propia orquesta debería saber cómo y de qué manera quiere ser gestionada. Lo peor que puede pasar es el desanimo y que, como comentaba uno de los músicos, se produzca a medio plazo una desbandada de los mejores profesionales. Sería un daño irreparable.
Como decimos el “Scheherazade” escuchado fue de primera, impecable en su ejecución hasta en el más mínimo detalle interpretativo. Cada intervención solística, desde la aplaudidísima de Vasiliev a otras más puntuales, como la de Marten a la trompeta, y las de cada una de las secciones en su conjunto –extraordinaria la madera-, brillaron con luz propia. La férrea batuta de Valdés contribuye sobresalientemente en la precisión de una orquesta que en su mano, quizás no con “duende”, pero sí con plena eficacia, demuestra en cada concierto que es un colectivo musicalmente compacto, sensible y artísticamente maduro. Así quedó patente en el “Apolo y las musas” de Stravinski. Una vez más el cuarteto principal de la cuerda demostró, también, su compenetración y saber hacer.
La obra de Ramón Prada “Requiem for Persia”, que yo mismo tuve el placer de estrenar este mismo año con la orquesta de los cursos de música que organiza la asturiana Fundación Magistralia en Gijón, fue la encargada de abrir el programa de esta temporada que comienza. Prada es un joven compositor asturiano que, desde mi punto de vista, aúna dos importantísimas cualidades para la composición. Lo primero es que maneja con maestría la técnica con la que trabaja y lo segundo, y tal vez lo fundamental, que tiene algo que decir. Sin pretensiones estilísticas de una modernidad que resulta en la composición actual tan ecléctica como ineficaz para el oyente medio, la obra de Prada impacta en su intención. No olvidemos que el título no es gratuito, y que mientras la componía caían las bombas sobre Irak. La composición casi parece querer acompañar musicalmente al flamante premio “Príncipe de Asturias” de Comunicación y Humanidades Ryszard Kapuscinsky cuando proclama que el auténtico periodismo es el “intencional”, el que aspira a producir algún cambio en el mundo. La obra de Prada llega, también en la cita literal del segundo movimiento “Kaos”, con el percusivo bombardeo y los mismísimos helicópteros penetrando en la sala de conciertos. Aquí fue donde hubiera sido deseable una mayor desinhibición de los músicos al enfrentarse a algo que está escrito en la partitura, los gritos. Una desinhibición en general que ayudaría a encontrar también con más naturalidad el sentido íntimo de la obra.
Ya al margen de la música tenemos que decir que el nuevo retraso en el comienzo de los conciertos de la OSPA, ahora a las 20,30 h, nos parece un error que lejos de contentar a todos puede más bien disuadir a los aficionados a la hora de asistir a unos conciertos que terminan demasiado tarde. Esto no es “La noche es tuya”.